LATINOAMERICANO SOBRE TEOLOGÍA INDIA (Guatemala, 23-28 de octubre del 2006) AELAPI, UNA EMPINADA SENDA Joaquín García CETA. Iquitos Ha sido difícil. La Iglesia había llevado desde la era constantiniana (313) un peso jerárquico del que no había sido capaz de desprenderse. Le tocaba con el Concilio Vaticano II abrir espacio a nuevas eras en el paso ineludible del tiempo que le comprometieran más profundamente las realidades terrenas, donde se concentraba su misión. La iglesia durante siglos tuvo como misión un proselitismo que implantara su estructura en los lugares donde el paganismo ocupaba la mayoría de la cultura de los pueblos. Se fue produciendo una profunda crisis que el Concilio evidenció en todos y cada uno de los documentos donde los temas de relación entre diálogo y misión fueron abiertos, aunque no coherentemente aclarados. Los documentos que tenían que ver con la libertad religiosa y otras dimensiones más allá de las fronteras eclesiásticas, tenían en el interior esas contradicciones entre el pasado y el futuro, entre el “nulla salus” y la comunión con lo diferente. Dignitatis Humanae, del 7 de diciembre de 1965, que trataba sobre la libertad religiosa; Nostra Aetate, del 28 de octubre de 1965, se refieren tímidamente a la relación de la Iglesia con las religiones no cristianas; Ad Gentes del 7 de diciembre de 1965, sobre la actividad misionera en el mundo; “Unitatis Redintegratio” del 21 de noviembre de 1964, sobre el ecumenismo, etc., más avanzado ya el sínodo, tienen otra entonación, aunque consideramos que un poco precipitada. Todos procedían de distintos grupos de trabajo. Pero había algo claro: la brecha estaba abierta. Teníamos que salir a la plaza a defendernos con nuestros valores y a reconocer humildemente que éramos buscadores y no dueños de la verdad, agregando la dimensión integral de la condición humana y la inserción relevante en cuanto Dios ha realizado desde los orígenes de la vida en el cosmos. El Vaticano II trae sin duda nuevos vientos al reflexionar sobre la apertura al diálogo, la descolonización, la liberación de los pueblos, la dimensión de la Iglesia como Pueblo de Dios, la misión como servicio, anuncio del Evangelio y señal del Reino. Medellín regionaliza el espíritu del Concilio, pero sin atender a la otra cara de la demografía de América Latina: la étnica. En cuanto a las ciencias sociales y la insurgencia étnica de organizaciones, pueblos y comunidades indígenas, se desarrolla un movimiento de contestación contra el carácter etnocida, autoritario y homogeneizador del indigenismo integracionista, adoptado por los gobiernos del Continente, principalmente a partir del Primer Congreso Indigenista Latinoamericano celebrado en Pátzcuaro, México en 1940. Desde entonces se han realizado diversos eventos, como el Simposio sobre fricción interétnica en América del Sur, el Congreso Internacional de Americanistas y la Reunión de Barbados I (25 al 30 de enero de 1971). Este último, que reunió a antropólogos y representantes de organizaciones indígenas, se pronunció a favor de la tierra, cultura y autodeterminación de los pueblos originarios y lanzó duras críticas a los Estados, las misiones y a los mismos antropólogos. Las críticas dirigidas a la Iglesia, contrariamente a lo que se esperaba, fueron en general acogidas autocráticamente por misioneros e Iglesias locales, que se propusieron revisar su presencia y acción junto a los pueblos indígenas. A la luz del Vaticano II y del aporte de las ciencias sociales comienzan a realizarse encuentros de pastoral sobre la cuestión indígena, con la intención de buscar caminos nuevos a los desafíos de la situación indígena e indigenista. Es aquí donde comienza lentamente a florecer la AELAPI, que habría de tener largo suceso en la pastoral indígena en América Latina. DESPERTAR EN AMÉRICA De endoctrinamiento a adaptación MELGAR UN LENTO ARRANQUE El Concilio Vaticano II había abierto la Iglesia al mundo, oxigenó sus ámbitos, la hizo incorporarse a los lenguajes y signos de la modernidad. Pero siempre en modos y perspectivas de los países del centro de Europa más que de Iberoamérica. Intuyó que la globalización llamaba irreversible a la puerta y elaboró una doctrina y modos de entenderse que estuvieran en consonancia con ella. La visión del mundo, la nueva mirada de la teología, la moral, la liturgia experimentaron transformaciones de un alcance cuyas consecuencias no se han llegado aún a comprender. Aunque este plan no se había elaborado desde América Latina ni comprendía la diversidad espacial y cultural que la poblaban, había comprendido el mundo en categorías abiertas para interpretar la diversidad de pueblos y mentalidades, aplicados a distintas formas de hacer misión, tarea fundamental de la Iglesia en tanto universal. Eso es lo que significó el documento del Encuentro de Melgar, celebrado entre el 20 y el 27 de abril de 1968, que marcaría una línea orientadora de la misión en el Continente y una ancha franja rectora en el desarrollo de la misma. Congregó durante ocho días a 18 Obispos y Prelados Misioneros junto con más de cuarenta especialistas en las disciplinas relacionadas con la pastoral misionera, según testimonia Mons. Gerardo Valencia, presidente por aquel entonces del DMC. Siguiendo el pensamiento del decreto Ad Gentes (AG 26), respondía a la angustia de muchos apóstoles que esperan orientaciones pastorales adecuadas a las nuevas situaciones en que desarrollan su actividad apostólica; y, por otra parte, a las orientaciones de los Documentos del Concilio, especialmente al Decreto de Misiones, y la Constitución Apostólica Ecclesiae Sanctae. Reunión tan cuidadosamente preparada por consultas directas a misioneros de todos los países de América Latina, excepto Argentina y Chile, indica la importancia histórica que se le atribuyó. La encuesta había sido contestada por 500 misioneros y 53 superiores religiosos y eclesiásticos, con un total de 74.750 respuestas relacionadas con los diferentes aspectos socioculturales y pastorales de distintos ambientes misioneros latinoamericanos. En esta ocasión, además de reconocidas personalidades del mundo teológico, por primera vez participaron antropólogos destacados, que facilitaron un diálogo fecundo entre teología y antropología. Lamentable que pocos meses más tarde la II Asamblea General del Episcopado de América Latina ni haya citado este documento ni incluido en su visión de la realidad esta cara de la sociedad latinoamericana. Podríamos condensar así nuestras apreciaciones del mismo: Hay una fundamentación sociológica y teológica profunda que hace referencia constante a los principios del Vaticano II, pero aplicados a un paisaje de misioneros que viven angustiados ante un mundo nuevo que emerge y que carecen de instrumentos para manejar su trabajo. Ve las implicaciones que suponen las diferentes culturas que pueblan los espacios de América Latina; reconoce en ellas diferencias de hábitat, de percepción del mundo, de lenguas, rituales y tradiciones que deben ser asumidas como método de encarnación de la Iglesia, e indica caminos para el aprendizaje de formas y valores que puedan existir en su interior. Plantea por otra parte la necesidad de asumir la historia de los pueblos como parte de la historia salvífica, aunque no se den cuenta de ello. La introducción de las semina Verbi recogidas por el decreto Ad Gentes sin duda es uno de los avances teológicos más profundos de esta declaración. Sin embargo, no deja de percibirse cierto halo paternalista. Su lenguaje en ocasiones es ambiguo: ayudar, proteger, evitar, pero desde fuera, sin llegar a comprometerse en una visión donde los demás, los indígenas, no pasan de ser objetos de la evangelización y no sujetos. A veces da la impresión de que cae en un lenguaje adaptacionista, aunque en ocasiones pareciera salir de él. Habla de la moral cristiana como objetivo final de toda acción evangelizadora (Melgar 32), de conversión paulatina, y ve en el aprendizaje de los valores un método para conseguir el propósito de nuestra acción evangelizadora desde la fe formulada en términos de cultura greco-latina. Se habla además de la implantación de la Iglesia, dejando la sospecha de que se han deslizado conceptos y fórmulas de la primera mitad del siglo XX. Suscrito cuatro meses antes de Medellín, es la primera aventura panamericana de la iglesia institucional que ha dado como resultado un documento que ayuda a descubrir la realidad cultural múltiple y compleja de América y ha contribuido a abrir el horizonte de la pastoral misionera. Es el alma y raíz donde todas las reflexiones posteriores se han alimentado. Las limitaciones que percibimos hoy son la consecuencia natural de nuevos lenguajes que ni teológica ni sociológicamente estaban suficientemente consolidados. CARACAS, LA ANGUSTIOSA LUCHA POR EL CAMBIO Desde el 14 al 19 de septiembre de 1969 los presidentes de las Comisiones Episcopales de América Latina se reunieron en San Antonio de los Altos (Caracas) convocados por el Departamento de Misiones del CELAM. La reunión se proponía aplicar las grandes líneas abiertas en Melgar y trazar un rumbo más concreto a la institucionalización de estructuras misioneras en cada uno de los países de América latina, después de haber constatado que muchas de las Conferencias Episcopales aún no habían demostrado suficiente sensibilidad a esta dimensión de la vida de la Iglesia. En este y otros aspectos les faltaba también el desarrollo de una capacidad mínima para comprender a los sectores descristianizados de las sociedades del Continente. Aún no habían llegado a darse cuenta de procesos irreversibles de secularización que habían avanzado en la comunidad científica y en la conciencia de nuestros pueblos. En un primer análisis de este documento podríamos decir que se trata de una tentativa audaz de aplicación de las reflexiones teológicas y pastorales del Concilio Vaticano II, de Melgar a la situación de las Conferencias Episcopales y al modo como éstas estaban estructuradas de cara a las misiones. Se trata de un discurso que corresponde a una época y que debe ser comprendido dentro de los parámetros de su tiempo. En esta perspectiva podemos considerar algunos elementos que tienen una significación muy particular: Da máxima importancia a las distintas situaciones de descristianización en América Latina. Tal vez haya hecho llegar demasiado tardíamente a nuestras iglesias la visión patética de los movimientos que se han ido desarrollando en una sociedad que cada día, e irreversiblemente, vive mucho más distante de la fe, al modo como ha sido presentada por la Iglesia. Penetrar en una estructura que ayude a ver al hombre en una perspectiva misionera nos aproxima a una realidad en la que no se sabe si es la Iglesia la que se aleja o es el mundo el que se ha alejado de la fe. El discurso de Caracas, fiel al Concilio, comienza por cuestionárselo. Un teólogo moderno ha dicho que “la crisis que sobrevino a la Iglesia Católica tras el Vaticano II no era “por causa del Concilio”, sino “a pesar de él”. Siguiendo a Melgar, plantea que las diferencias espaciales, culturales, lingüísticas y ambientales, merecen una mirada respetuosa y diferenciada. Dios nos habla desde ellas. Los procesos de acción evangelizadora serán distintos en cada situación. Las iglesias misioneras deben responder a estas situaciones, mirar con amor profundo a la realidad de los otros y abrir al Reino que está más allá de las fronteras eclesiales. Insta a las Conferencias Episcopales a estructurarse en función de algo que es esencial: la Misión. Pero, desde la misión, da por entendido que hay que mirar al mundo con los ojos de Jesús de Nazareth. Sin embargo, hace una crítica sutil a la iglesia institucionalizada cuyos criterios y sistemas no corresponden a las exigencias de un mundo emergente y globalizado que se nos puede ir de las manos. Dios está más allá de la Iglesia. Se ve al conjunto de los obispos como “miembros del Colegio Episcopal, sucesor del Colegio de los Apóstoles…, consagrados no solamente para una diócesis, sino para la salvación de todo el mundo, y puesto que toda la obra de Dios es misionera y la obra de evangelización es deber fundamental del pueblo de Dios (Caracas 5). Lo cual es un avance para su tiempo en lo referente a la colegialidad de los obispos. Lo colegial, supera a lo jurídico. Merece también tenerse en cuenta lo que Caracas plantea sobre la religión del pueblo, primer avance para lo que con el paso del tiempo se convertirá en la Teología India. Después de prolongados procesos de investigación, descubrir que la religiosidad popular es el modo cristiano de expresar y manifestar una fe que se remonta más atrás del anuncio explícito y que, en muchos casos, trató de ser extinguida, bajo la norma de la “tabula rasa”. Sin embargo, se ciñe a lo canónico, y trata de aplicar al código las normas que se han establecido sobre la adaptación, la encarnación, la liturgia, las circunscripciones eclesiásticas por las que aboga en nuevas formas y estilos adaptados a las culturas y ambientes. BARBADOS, TOQUE EN EL NERVIO Aunque por impulso del Congreso Internacional de Americanistas de París de 1976 se realizará un segundo encuentro en Barbados (Barbados II), es el primero (BARBADOS I, 25 al 30 de enero de 1971) el que ha tenido una influencia decisiva en el devenir pastoral de la Iglesia en su relación con los indígenas. El Encuentro Internacional de Americanistas de Lima en 1970 había pedido que se realizase esta reunión en el más breve tiempo posible y se habría de llamar Simposio sobre las fricciones Interétnicas en América del Sur y se llevaría a cabo en la isla caribeña de Barbados. Fue organizado por la universidad de Berna (Suiza) y financiado por el Consejo Mundial de las Iglesias. Once antropólogos, la mayoría latinoamericanos, suscribieron un documento que ha tenido particular impacto en el mundo indígena y en lo que habrían de ser las orientaciones de las ciencias humanas, las políticas y comportamientos de la pastoral de las iglesias cristianas con las poblaciones tribales de América Latina. Concluye con la Declaración de Barbados distribuida en cinco acápites: por la liberación del Indígena; responsabilidad de los estados; responsabilidad de las misiones religiosas; responsabilidad de la antropología, y el indígena como protagonista de su propio destino. La delegación de Brasil por el régimen militar represivo, no firmó, salvo el antropólogo Darcy Ribeiro, a la sazón exiliado en Chile. Barbados ofrece una visión patética de los millones de indígenas latinoamericanos empobrecidos y marginados en sociedades que les desconocen. No se ha roto el yugo del sometimiento de la conquista, que se perpetúa en territorios y culturas indígenas. El dominio sobre las poblaciones aborígenes forma parte de la situación de dependencia interna, afirma en sus primeras líneas. Esta dependencia forma parte del conjunto de los países subdesarrollados, pero se reproduce al interior de cada uno de ellos. Explotados y explotadores son dos caras de una moneda en sociedades divididas por el sentido distinto de su historia: blancos e indios; pobres y ricos; centrales y periféricos. Este conflicto se percibe sobre todo en agresiones a través de acciones “intervencionistas” y “protectoras”, como en el caso de masacres y desplazamientos compulsivos a los que no están ajenas las fuerzas armadas y otros órganos de gobierno. Invita a un examen de conciencia que no solamente compromete a un cambio de actitudes en la misión, sino que de hecho ha sido la base de una profunda transformación en la práctica de la Iglesia. Llama la atención sobre los efectos alienantes de la actividad misionera, que puede contribuir a una destrucción cultural, aunque sin negar que los misioneros han sido históricamente los más preocupados por guardar las tradiciones de los indígenas. Recuerda hasta qué punto nuestras acciones misioneras, como cualquier otra intervención cultural, son etnocéntricas, y miran a los indígenas desde una perspectiva ajena e identifican su desarrollo con la integración a la cultura occidental. Proclama el derecho de los indígenas a ser libres y autónomos: con sus tierras, su derecho a organizarse políticamente, con sus modelos de cultura y su autonomía. Recuerda que muchos misioneros, fundamentalistas y dogmáticos, carecen de capacidades mínimas en los idiomas indígenas y de herramientas para comprender e interpretar las culturas. No podemos considerar la actividad misionera sólo en sus manifestaciones actuales, sino dentro de un contexto histórico más amplio: la situación anterior a la penetración misionera y los resultados posteriores de la misma presencia, que afectan a la vida de los grupos humanos. Urge una revisión de las motivaciones y orientaciones teológicas de la actividad misionera. Ayuda a reconocer que antropólogos y misioneros somos hermanos, con las mismas tentaciones y condicionamientos en la interacción y valoración de los pueblos indígenas. BARBADOS I coincide con el punto neurálgico de una nueva forma de ver la antropología como servicio a los seres humanos y a la dignidad de la persona como objetivo esencial del Reino anunciado por Jesús de Nazareth. Las apreciaciones del documento en su conjunto son ciertamente negativas. No se habla de la disponibilidad de misioneros que se adelantaron a la declaración, ni de los valores que, a lo largo de la historia, sobre todo, en quienes originaron la antropología cultural, y habían desarrollado agentes de tanta calidad como Bernardino de Sahagún, a favor de los indígenas. Este impacto adverso empero se convirtió en un elemento de trasformación de situaciones que no hubieran cambiado de otro modo. Invita a un examen de conciencia que no solamente compromete a un cambio de actitudes en la misión, sino que de hecho ha sido la base de una profunda transformación en la práctica de la Iglesia. Por otra parte, llama la atención sobre los efectos alienantes de la actividad misionera, que puede contribuir a una destrucción cultural, aunque sin negar que los misioneros han sido históricamente los más preocupados por guardar las tradiciones de los indígenas. Nos recuerda hasta qué punto nuestras acciones misioneras, como cualquier otra intervención cultural, son etnocéntricas, y miran a los indígenas desde una perspectiva ajena e identifican su desarrollo con la integración a la cultura occidental. Proclama el derecho de los indígenas a ser libres y autónomos: con sus tierras, su derecho a organizarse políticamente, con sus modelos de cultura y su autonomía. Recuerda que muchos misioneros, fundamentalistas y dogmáticos, carecen de capacidades mínimas en los idiomas indígenas y de herramientas para comprender e interpretar las culturas. Urge una revisión de las motivaciones y orientaciones teológicas de la actividad misionera. Y ayuda a reconocer que antropólogos y misioneros somos hermanos, con las mismas tentaciones y condicionamientos en la interacción y valoración de los pueblos indígenas. BARBADOS I coincide con el punto neurálgico de una nueva forma de ver la antropología como servicio a los seres humanos y a la dignidad de la persona y hombre como objetivo esencial del Reino anunciado por Jesús de Nazareth. UN PASO ADELANTE: IGLESIA QUE SE ENCARNA ENCUENTRO DE IQUITOS A raíz de Barbados, convocado por el Departamento de Misiones del CELAM, entonces presidido por Mons. Samuel Ruiz y con la presencia de 30 Obispos, más otros cuarenta agentes de pastoral, entre sacerdotes, religiosos y laicos, se celebró en Iquitos (Perú) del 21 al 27 de marzo de 1971 el Primer Encuentro de Pastoral de Misiones en el Alto Amazonas, que trató de profundizar en las especificaciones del Concilio Vaticano II orientadas a la Amazonía. La orientación final fue que la Iglesia se hacía como Jesús (Filipenses, 2) amazónica en su teología, en su liturgia, en sus estructuras y en su organización. Se adelantaron incluso a algunas formas de organización para una circunscripción que abarcase a las comunidades indígenas. Entiendo que aquél fue el momento más definitivo y desgarrador. Estaban presentes un grupo de antropólogos que habían asistido a la reunión de Barbados. Las líneas de encarnación en cuanto a la teología, la liturgia y la organización quedaron definitivamente señaladas, aunque poco tiempo más tarde, en un nuevo proceso electoral, cambiarían al presidente del DMC y comenzaría un largo proceso de involución en el CELAM, que tendría una nueva oxigenación con Mons. Roger Aubry. CONSULTA DE PASTORAL INDÍGENA EN ASUNCIÓN Promovida por el Movimiento Pro-Unidad Evangélica Latinoamericana y el entonces Equipo Nacional de Misiones (ENM), de Paraguay, fue realizada en Asunción del 7 al 10 de marzo de 1972. Su objetivo principal era definir posiciones frente a la Declaración de Barbados. Los participantes (antropólogos, misioneros católicos y evangélicos) admitieron los errores señalados por Barbados I y se comprometieron a una acción misionera liberadora. DE LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN A LA TEOLOGÍA DE LA INCULTURACIÓN MANAOS I: UNA SEMILLA DE MOSTAZA Pasarían muchos años hasta que asomase en el horizonte una mirada que anunciase un cambio mucho más profundo que la teología de la liberación: la dimensión étnica. En 1977 convocados por el DMC, bajo la presidencia de Mons. Roger Aubry y la CNBB, con la presencia de numerosos obispos de la cuenca, se realizó en Manaus un encuentro de Pastoral Misionera. Después de emitir un pronunciamiento final, se acordó realizar una Coordinación Internacional que continuara la articulación de los países y las propuestas. Se encargó al Coordinador General de la Pastoral de la Selva del Perú. Sin embargo, por distintas razones, no tuvo un éxito operativo oficial, pero sí fue germen de la Articulación Ecuménica Latinoamericana de Pastoral Indígena. La reunión identificó tres tipos de acción misionera: tradicional, endoctrinante y sacramentalista, desarrollista-paternalista, y encarnacionista. Se asumió como línea de acción una dimensión ecuménica en una perspectiva continental y regionalizada que da respuesta a distintas formas de presencia de los pueblos indígenas. UN PRIMER AVANCE MANAOS II: CELADEC-CIMI De 18 al 23 de noviembre de 1980 se realiza en Manaos el Encuentro Ecuménico Amazónico de Pastoral Indigenista, convocado por el CIMI, CELADEC y el CETA. Su documento final hace un recorrido por la realidad indígena de la Amazonía, comprueba unas señales de esperanza, profundiza en el compromiso, entiende el desafío que significa este panorama para las iglesias y concluye con una serie de propuestas donde se incluye la urgencia de organizar varios encuentros panamazónicos de misioneros BARBADOS II (18 al 28 de julio de 1977). Un segundo Simposio se celebró en Barbados del 18 al 28 de julio de 1977, a instancias del Congreso Internacional de Americanistas celebrado en París en 1976, con la colaboración del Centro Antropológico de Documentación de América Latina” (CADAL). Este encuentro estuvo coordinado por Georg Grünberg y hubo 33 participantes, de los cuales 18 eran indígenas y dos misioneros. De aquí salió la Segunda Declaración de Barbados o BARBADOS II. Hace un rápido recuerdo de los procesos de colonización, despojo de las tierras, que comenzó con la invasión europea: recursos naturales, bosques, aguas, minerales, petróleo, etc. Esta ocupación física se convierte en una dominación económica. Se refiere también a la explotación cuando se trabaja para el no indio, que les paga menos que a los demás. La dominación cultural se manifiesta en que se considera el avance y el perfeccionamiento en un criterio occidental, es el único acceso al desarrollo; en el universo indio todo es inferior, no es cultura. Sólo es buena la educación que viene a mostrar la superioridad del blanco. Señala algunas perversiones de los medios masivos de comunicación, etc. El problema de la población se resume así: situación de dominación cultural por una minoría blanca, división interna por la acción de políticas de integración, educativas y de desarrollo. Se plantean algunas estrategias a seguir: organización política propia, ideología consistente, método de trabajo efectivo para la movilización de la población; elementos aglutinantes; reforzamiento de las formas de comunicación interna; búsqueda de formas de apoyo a nivel internacional, etc. REFLEXIÓN INDÍGENA DESDE FUERA PRIMERA CONSULTA ECUMÉNICA: BRASILIA A partir de este momento lo que con el tiempo se ha dado en llamar la AELAPI ha ido tomando forma. Del 10 al 14 de mayo de 1983 tuvo lugar en Brasilia la Primera Consulta Ecuménica de Pastoral Indigenista Latinoamericana. En un extenso documento se desarrolla una reflexión que en primer lugar representa el panorama del conjunto de las etnias, para pasar luego a una reflexión de los puntos más urgentes de respuesta en la actual coyuntura, y concluye con líneas de compromiso hacia el futuro sobre la base de actitudes concretas. Comienza una nueva etapa con una idea la de “organizar la esperanza”, que en aquella ocasión fue abanderada por el Prelado de San Félix de Arahuaca, Dom Pedro Casaldáliga. Dentro de ello ya comenzaron a plantearse temas realmente novedosos: etnia y clase en el proceso de América Latina, criterios de definición de la identidad étnica, el proyecto indígena, Iglesia y pueblos indígenas. Esta consulta se distinguió por la participación de mayor cantidad de segmentos ajenos a la Iglesia, que nos ayudaron a mirar con ojos distintos la compleja realidad de los pueblos indígenas en una etapa de toma de empoderamiento. Esto nos ayudaba a ir poco a poco descubriendo nuestra actitud indigenista y abrirnos a una nueva etapa de una pastoral propiamente indígena. Después de la Consulta la AELAPI, ya consolidada bajo el paraguas del CIMI, tuvo una serie de reuniones con el Secretario Ejecutivo de la ASET, planteándonos la necesidad de celebrar una nueva consulta entre teólogos de la liberación y teólogos indios, que acordamos se celebraría en Quito (Ecuador). TIEMPO DE CAMBIO: CRISIS DE MINISTERIOS QUITO: II, Consulta Ecuménica Latinoamericana de Pastoral Indigenista, “Contribución de los pueblos indígenas de América a la Teología Cristiana”. Aunque en cierto modo fue un fracaso; sin embargo, no ha dejado de constituir un beneficio en el proceso de cambios al interior de la reflexión de AELAPI. Se había programado como una Consulta entre Teólogos Indígenas y Teólogos de la Liberación. Tan escasa fue la presencia de estos últimos que apenas había dos. De ahí nos quedó la sospecha de que no había sido casualidad la ausencia en Medellín de caracterizaciones ni estructuras indígenas. El movimiento indigenista e indígena no tenía para ellos mayor significación puesto que la categoría de pobres alcanzaba a grandes masas de la población. Sin embargo, apareció con particular vehemencia un nuevo sector: el de los agentes pastorales originarios de las poblaciones indígenas. ¿Qué eran? ¿A qué grupo pertenecían? ¿Cómo iban asumiendo el avance de un nuevo modo de pensar al interior de la pastoral? Se había desencadenado una tragedia, cuya última derivación serían los Encuentros de Teología India. Estábamos a la puerta del nacimiento franco y abierto de una nueva etapa: la indígena. Habríamos de pasar de protectores de indios, a dejarnos guiar o, por lo menos, a ser interlocutores de los indios. CONSOLIDACIÓN DE LA NUEVA ETAPA SAO PAULO: III CONSULTA ECUMÉNICA LATINOAMERICANA DE PASTORAL INDIGENISTA: 500 AÑOS DE DOMINACIÓN DEL ESTADO, DE LA PRESENCIA DE LAS IGLESIAS Y DE LA RESISTENCIA DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS, celebrada en Sao Paulo en enero de 1991. Estaba definitivamente inclinada la balanza hacia otra vertiente. La celebración del V Centenario del Descubrimiento de América, además de la creciente participación de mayor cantidad de indígenas representantes de sus pueblos y la conciencia mayor que habían nutrido en su corazón los agentes de pastoral propiamente indígenas. PRIMEROS PASOS DE LA AELAPI Durante el Primer Encuentro del Cono Sur nace la iniciativa de una articulación y apoyo más sistemático a la pastoral indígena. Los objetivos iniciales de esta articulación fueron: Intercambio de experiencias de las Iglesias junto a los pueblos indígenas; apoyo a las experiencias y al surgimiento de una pastoral indígena específica; promoción de formas de continuidad de este apoyo e intercambio para una pastoral en defensa de los pueblos indígenas. CÓMO SE CONFORMÓ LA AELAPI En el transcurso de la década de los 80 y comienzos de los 90 fue conformándose la Articulación Ecuménica Latinoamericana de Pastoral Indígena, en un proceso dialéctico de surgimiento o fortalecimiento de las siguientes entidades nacionales de pastoral indígena: ENM (Equipo Nacional de Misiones, hoy Coordinación Nacional de Pastoral Indígena, de Paraguay). ENDEPA (Equipo Nacional de Pastoral Indígena, de Argentina). CETA (Centro de Estudios Teológicos de la Amazonia). Centro Cultural ABYA-YALA e INPRI (Instituto Nacional de Pastoral de los Pueblos Indígenas, de Ecuador), CONAPI (Coordinación Nacional de Pastoral Indígena, de Panamá), Secretariado de Cultural de la Conferencia Episcopal de Solivia; CENAMI (Centro Nacional de Ayuda a las Misiones, de México); CIMI (Consejo Indigenista Misionero, de Brasil) y CLAI (Consejo Latinoamericano de Iglesias); y otras más recientes o que todavía no se constituyeron como instancias nacionales, como la Pastoral Indígena de Limón, Costa Rica, la Pastoral Indígena de Chile y la Comisión de Pastoral de Etnias de Colombia. AELAPI: CON LOS PUEBLOS INDÍGENAS En su primera fase, que va más o menos hasta 1993, la articulación se reunía una o dos veces por año; generalmente aprovechando la realización de consultas, cursos o encuentros, para evaluar cada actividad y planificar las posteriores. A partir de 1993. se ve la necesidad de rediscutir la adecuación de la instancia y su funcionamiento a la nueva coyuntura sociopolítica, eclesial e indígena de América Latina. Se apostó por el fortalecimiento de las coordinaciones regionales, lo que permitió mayor participación de miembros de las respectivas circunscripciones. En las reuniones no participaban representantes de todas las entidades, sino de algunas que conformaban la Comisión Facilitadora: CIMI, CENAMI. CONAPI, INPPI, ENDEPA Y CLAI. La Coordinación General, que por muchos años fue asumida por el CIMI junto á secretaria, fue transferida a CENAMI e CLAI. El CETA, y Abya Yala, más bien por dificultades de carácter personal, están ausentes. La Comisión Facilitadora pretendía reducir costos y agilizar los procesos de evaluación y planificación. La Coordinación General continuó con la responsabilidad de mantener la comunicación entre las diferentes regiones, informar sobre los acontecimientos regionales, garantizar el seguimiento de los acuerdos y cuestiones pendientes de las reuniones (convocación, memoria, comunicaciones posteriores). Pasó a funcionar bajo la responsabilidad del país anfitrión. PROGRAMAS DE LA AELAPI CONSULTAS ECUMÉNICAS El primer programa impulsado fue el de Consultas Ecuménicas de Pastoral Indigenista. Sus objetivos eran los siguientes: – Conocer la opinión de los pueblos indígenas sobre las políticas de los estados, la actuación de las Iglesias y lo que quieren de las Iglesias. – Escuchar a los pueblos indígenas sobre su proyecto histórico. – Sensibilizar y estimular cambios en los agentes de pastoral, las Iglesias, gobiernos y sociedades. – Construir alianzas de los indígenas entre sí y con otros sectores. Como registramos más arriba, se celebraron tres: – La primera, en Brasilia, en mayo de 1983, con el tema Organizar la Esperanza. El evento señaló como demandas comunes de los pueblos indígenas la tierra, la organización y la autodeterminación. – La segunda en Quito. Ecuador, en julio de 1986, con el tema Aportes de los Pueblos Indígenas a la Teología Cristiana. El debate entre teólogos indios y teólogos de la liberación alertó sobre la poca atención dada a la cuestión étnica indígena. – La tercera se realizó en Sao Paulo, Brasil, en mayo de 1991. El tema: Quinientos años: situación actual y raíces históricas de los Pueblos Indígenas, desafíos y compromisos. Cursos latinoamericanos Durante la Primera Consulta Ecuménica, se tomó la decisión de fomentar un Programa de Apoyo a la Formación de Agentes de Pastoral, que tenía como objetivos: sentar las bases de una orientación común, fortalecer experiencias liberadoras, ofrecer orientaciones teológico-pastorales, históricas, bíblicas y antropológicas y posibilitar una coordinación entre los países. Fueron realizados dos cursos de carácter latinoamericano, uno en Sao Paulo, en mayo de 1985 y otro en Cayambe (Ecuador) en 1986. La duración era de tres semanas y se invitaba como profesores a los que por entonces eran más relevantes en temas de indigenismo y sociología en América Latina. Cursos regionales En 1987 se estimó necesario adaptar los cursos a las realidades regionales, aumentar el número de participantes, capaces de ser multiplicadores y fortalecer los vínculos entre los agentes por áreas culturales (mesoamericana, andina, amazónica, caribeña y del cono sur). Su duración era de una semana. Entre 1987 y 1990 se realizaron ocho: México (septiembre de 1987); Santa Fe; Argentina (octubre de 1987); Iquitos, Perú (noviembre de 1987); Panamá (febrero de 1989); México (mayo de 1989); Cochabamba (mayo de 1989); Asunción, Paraguay (septiembre de 1989); Manaus, Brasil (febrero de 1990). Los cursos coincidían en los siguientes objetivos: – Evaluar, fundamentar y redimensionar la práctica pastoral. – Fortalecer una práctica ecuménica. – Definir una pastoral indígena más acorde con la realidad y las luchas de los pueblos indígenas. 500 AÑOS DEL LLAMADO DESCUBRIMIENTO E INICIOS DE LA EVANGELIZACIÓN DEL CONTINENTE La conmemoración de los 500 años posibilitó mayor evidencia de los conflictos de la lucha indígena en las Iglesias y en el escenario sociopolítico, nacional e internacional. Para contribuir a este proceso de reflexión y análisis y repensar el futuro, la AELAPI organizó tres encuentros. El primero, en La Paz, del 26 de abril al 1 de mayo de 1992, con la participación de líderes indígenas, vinculados o no a las Iglesias. El segundo, en Quito, Ecuador, en septiembre de 1992, específicamente para agentes de pastoral no indígenas, que debatieron a partir de las propuestas surgidas en el primero. El tercero se realizó en Iparacay, en noviembre de 1992, con la participación de representantes de los anteriores. Los tres eventos permitieron analizar la participación e inserción de las Iglesias y agentes de pastoral en las luchas indígenas, aproximarse a la comprensión de las actuales demandas (tierras, territorio, autonomía, salud e educación a partir de las culturas) y redefinir el apoyo a los procesos de los pueblos indígenas. LA PASTORAL EN EL CONTEXTO NEOLIBERAL En el contexto del modelo neoliberal, la AELAPI evaluó su contribución y consideró importante responder a los siguientes desafíos: – Ampliar los espacios en las Iglesias y en la sociedad. – Profundizar en la fundamentación bíblica y teológica de nuestra práctica. – Avanzar en la comprensión de las diferentes categorías teóricas, en las reivindicaciones y propuestas etno-políticas de los pueblos indígenas. – Contribuir a la capacitación de agentes de pastoral y líderes indígenas, así como a la sistematización de las experiencias y procesos. Atendiendo a estas demandas AELAPI organizó en noviembre de 1995 el Encuentro Taller Latinoamericano sobre Movimiento y Planteamientos Indígenas o Los pueblos de la esperanza frente al neoliberalismo. Los principales objetivos fueron: – Crear condiciones para facilitar la sistematización y difusión de las experiencias y propuestas de los pueblos indígenas. – Contribuir a la elaboración de análisis especializados de la realidad indígena actual y a la construcción de nuevos marcos teóricos para la lucha de los pueblos indígenas y la pastoral indígena. Los temas centrales del encuentro fueron: tierra y territorio, autodeterminación y autonomía. Estados multiétnicos y pluriculturales, economía y desarrollo alternativo, realidad indígena urbana, teología india, diálogo interreligioso y ecumenismo. APORTES DE AELAPI Durante estos años de experiencia entre entidades de pastoral indígena de varios países de América Latina, mitad oficiales mitad informales, se lograron los siguientes aportes: – Permitió un acompañamiento y apoyo más sistemático y solidario a las luchas y demandas de los pueblos indígenas y al ejercicio de una pastoral indígena específica inculturada y liberadora. – Fortaleció la dimensión continental de la causa indígena. – Contribuyó a la formación teológico-pastoral, bíblica, antropológica y sociopolítica de muchos agentes de pastoral que, en la mayoría de los casos, se convirtieron en multiplicadores de nuevas propuestas. – Apoyó los procesos organizativos, experiencias de autogestión, movilizaciones y luchas a favor del reconocimiento y respeto de los derechos históricos a la tierra, la cultura y la identidad, entre otros. – Acompañó la evolución de las luchas y pautas reivindicativas de los pueblos indígenas, a nivel nacional e internacional, ayudando a sistematizarlas y trabajando para adecuar la pastoral a estos nuevos desafíos. – Construyó una perspectiva pastoral que abarcaba procesos integrales, que incluían además de la dimensión religiosa y espiritual, el aspecto económico, político, social y cultural, a partir de las particularidades nacionales o regionales. – Fortaleció los procesos y experiencias de inculturación, diálogo interreligioso y ecuménico, abriendo espacios para la Iglesia indígena, la alteridad socioreligiosa y la teología india, al grado de conquistar un espacio de reflexión y sistematización. – Ayudó al fortalecimiento de las alianzas interétnicas y organizaciones populares. – Promovió el surgimiento, consolidación y reestructuración de instancias o comisiones nacionales de pastoral indígena (Panamá, Argentina, etc.) – Conquistó el apoyo de las Conferencias Episcopales de varios países. – Articuló, desde una perspectiva ecuménica, el trabajo conjunto de entidades católicas con Iglesias u organismos evangélicos, en los diferentes países o regiones, y, sobre todo, llevó hacia adelante la programación, ejecución y evaluación permanente de las actividades, juntamente con el CLAI (Consejo Latinoamericano de Iglesias). La articulación y, principalmente la cuestión indígena, constituyeron siempre un espacio privilegiado de convergencia ecuménica, de unidad y de fraternidad cristiana. – Dialogó especialmente sobre la situación y luchas de los pueblos indígenas y su pastoral. El conjunto de las entidades de la articulación, pudo enriquecerse así y emprender acciones efectivas de solidaridad. En esta perspectiva, la AELAPI posibilitó durante algunos años la edición y distribución del informativo AMERINDIA, cuya publicación se suspendió por razones de infraestructuras y recursos. No está demás reconocer que en los últimos años los actores más señalados de la AELAPI se convirtieron en los que permanentemente eran convocados por el CELAM para sus reflexiones y puesta al día en el pensamiento sobre los temas relativos a su percepción y fines. ALGUNAS DIFICULTADES Y DESAFÍOS Toda institución se caracteriza tanto por sus logros como por los retos que le quedan en su caminar. Muchos agentes de pastoral o comisiones nacionales de pastoral indígena vivieron momentos de tensión con sus superiores inmediatos, la jerarquía de las Iglesias o de la Órdenes Religiosas, ya que había cierta resistencia de sectores de las Iglesias respecto a una pastoral o evangelización inculturada y liberadora. Las programaciones y sus resultados eran recibidos con cierta desconfianza. Durante algunos cursos o encuentros también hubo momentos de tensión entre la perspectiva indígena y la práctica tradicional de los agentes de pastoral. Dicha situación, vista desde hoy se puede considerar como una actitud profética, que en general ha reflejado realidades locales y nacionales, a la larga ayudó a crecer. No fue posible incorporar al proceso de articulación a algunos países como Venezuela, y Colombia, situación que reflejó la lenta o compleja coordinación nacional de las distintas experiencias pastorales. Fue igualmente difícil mantener coordinadas algunas regiones como la andina y la amazónica, a pesar de las tentativas que se realizaron en los diferentes países. Tampoco ha sido incorporada a toda su plenitud el CLAI, que participa sólo puntualmente en algunas ocasiones. El aumento de la conciencia social y étnica, del protagonismo político y religioso de los indígenas, plantea hoy día la redefinición de nuevos papeles a los agentes de pastoral e Iglesias que los acompañan. PERSPECTIVAS Son parte de las perspectivas de .la articulación los siguientes objetivos y líneas de acción, definidos en la reunión de la Comisión Facilitadora realizada hace diez años y que siguen vigentes. Objetivos – Estimular y fortalecer las articulaciones regionales, en el marco del diálogo ecuménico e interreligioso, para profundizar en el conocimiento de las respuestas que los pueblos indígenas están dando al neoliberalismo, y que fueron tratadas en el Encuentro sobre Movimiento y Planteamientos Indígenas, realizado en Quito, en noviembre de 1995. – Favorecer la iniciativa de que las acciones y trabajos realizados en las regiones sean parte de una estrategia continental. – Desarrollar mecanismos de intercambio y comunicación entre las diferentes entidades de la AELAPI, para fortalecer la fraternidad y la dimensión continental de los Pueblos Abya-Yala. Líneas de acción A partir de esta visión se establecieron algunas políticas de acción que podríamos concretar en: – Estimular a las entidades de cada región, para que se reúnan, retornen su articulación y elaboren un programa de actividades conjuntas. – Compartir, entre los diversos países y regiones, recursos humanos e infraestructura. En la medida de lo posible, las entidades asumirán los gastos de viaje de sus representantes a las actividades o eventos regionales. – Promover en los diferentes países o regiones jomadas de estudio y profundización del marco teórico, definido en el encuentro de Quito. – Promover instancias de articulación ecuménica en cada país, que permitan crear mecanismos de complementación programática. – Promover entre los diferentes países o regiones el intercambio de asesorías y experiencias sobre los temas prioritarios del marco teórico. – Garantizar la participación representativa de líderes y organizaciones indígenas en todas las iniciativas de la articulación regional y continental de los pueblos indígenas. – Constituir un banco de datos a nivel nacional, regional y continental, que incorpore los temas del marco teórico y los posibles recursos humanos capacitados para desarrollar estos temas. – Intercambiar entre diferentes entidades de la articulación los boletines, revistas y periódicos. – Ofrecer informaciones sobre las realidades y acciones indígenas o pastorales a los diferentes medios de comunicación de las entidades miembros (revistas, periódicos, boletines, conferencias electrónicas), a su debida divulgación o utilización para acciones de solidaridad. CONCLUSIÓN La AELAPI en sus 25 años contribuyó a la calificación del acompañamiento y trabajo pastoral junto a los pueblos indígenas al posibilitar la reflexión, el análisis, la información y la formación teológica, bíblica, pastoral, histórica, antropológica y sociopolítica de muchos agentes. Los esfuerzos de articulación nacional, regional y continental muestran una alta conciencia de fraternidad y solidaridad de las entidades y sus miembros, al servicio del destino de los pueblos indígenas, y una nueva concepción de las sociedades latinoamericanas, sobre todo las más excluidas y marginadas. Directa o indirectamente se contribuyó a la sensibilidad y compromiso de las Iglesias y sociedades nacionales con la causa indígena, lo que sigue siendo un desafío permanente pues exige información, comprensión y aportes concretos de las Iglesias, según las exigencias y propuestas de los pueblos y comunidades indígenas, que van transformándose con los cambios profundos de paradigma que se van produciendo en la historia de todos los pueblos. La formación permanente de los agentes de pastoral es una necesidad básica, para desde ella contribuir a mejor los procesos de crecimiento de los pueblos. Del mismo modo, en el marco de la globalización es importante el manejo apropiado de nuevas políticas, estrategias y posibilidades de comunicación, así como mecanismos de coordinación y articulación de experiencias, iniciativas y propuestas de carácter nacional, regional y continental. Ante la variedad de desafíos e incluso de adversidades, se necesita mucha creatividad, esperanza y fe en el futuro. Creemos que hasta el momento la AELAPI ha pasado por distintos momentos conforme a la cultura que iba surgiendo en el medio ambiente latinoamericano. Primero el imaginario de la sociedad envolvente posibilitó como reacción asumir una actitud INDIGENISTA, o de PROTECCIÓN A LOS PUEBLOS INDÍGENAS. A partir de Brasilia se fue imponiendo lentamente una posición mucho más orientada a lo INDÍGENA, que pasó por distintas etapas acentuadas en la II Consulta Ecuménica de Quito. Pasó por la etapa propiamente INDIA, que se presentó como alternativa o complementariedad no incluida en la Teología de la Liberación. Dentro de esta posición ha pasado por etapas donde lo INDIO tiende a tomar su ruta autonómica de la Iglesia. Sentimos que en este momento la AELAPI en cuanto a la Teología India tiene dos asignaturas pendientes: Pareciera que el movimiento está aún en manos de un sector de la Iglesia, ciertamente indígena, pero que proyecta sobre la organización sus aspiraciones, reivindicaciones sentimientos y proyecciones. Tendríamos que aceptar que la reflexión debe ampliarse a la realidad de todos los países y las sociedades, donde reconocer al otro lleva un elemento de solidaridad y gratuidad que articula nuestras propuestas a mundos más allá de lo que pudiéramos llamar el mundo cerrado de los pueblos indígenas. La aparición de historias, organizaciones, sistemas de reproducción locales, coinciden ciertamente con las del mundo indígena, pero deben hacerse más abiertas y conscientes. Abre al mundo de lo DIFERENTE en un mundo que se hace cada vez más complejo, pero al mismo tiempo se va unificando. Es decir: lo indio no es de ninguna manera separable del resto; nos ayuda a entender que cada uno de los estilos de vida, cada uno de los mundos posibles es diverso, y nos lleva a todas las sociedades, a una actitud macroecuménica de todo y en todo. Los procesos de migración y el crecimiento de las ciudades, son algunos elementos que nos dan muestra de ello. (Agradezco las informaciones proporcionadas por el P. Paulo Suess, sobre todo en lo referente al devenir de la AELAPI en el tiempo en que la institución que dirijo ha dejado de ser partícipe de sus actividades). AYUDAS BIBLIOGRÁFICAS – ABYA YALA. Iglesias, pueblos y culturas (1). Documentos Latinoamericanos del Postconcilio. 2 edición. Abya Yala, 1986. – BOSCH, David. 2000. Misión en Transformación: cambio de paradigmas en la teología de la misión Gran Rapids (EEUU: Libros Desafío). CELAM. Documentos de Pastoral Indígena 1968-1985. DEMIS, 1969. Bogotá. CELAM. La evangelización en el presente y en el futuro de América Latina. Documentos finales. LABRUSA, 1979. – CELAM. La pastoral de las misiones en América Latina. 2 edición. DEMIS, 1972. – COORDINACIÓN DE LA PASTORAL DE LA SELVA. Éxodo de la Iglesia en la Amazonía. Paulinas-Ceta. Lima:1976. Documentos de Concilio Vaticano II, especialmente la Constitución Lumen Gentium (LG), Gaudium et Spes (GS), el Decreto sobre la Actividad Misionera de la Iglesia (AG), etc. ANEXOS PRIMER ENCUENTRO INDIGENISTA DEL CONO SUR DOCUMENTO FINAL En Sao Paulo, estuvimos reunidos misioneros indigenistas de las Iglesias Católica, y Luterana del Cono Sur (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile y Paraguay), invitados por el CIMI de Brasil y KNM (Equipo Nacional de las Misiones de la Conferencia Episcopal de Paraguay). Era necesario un intercambio de experiencias y la búsqueda de líneas de convergencia para un mejor servicio al pueblo indígena, a la luz de la Palabra de Dios y de las situaciones históricas de nuestras culturas. Presentamos, en seguida, las líneas de acción común: 1. Empeñar con toda nuestra fuerza misionera la defensa de los derechos de los pueblos indígenas y su supervivencia como pueblos indígenas. 2. Encontrar la presencia del Señor en el corazón de los pueblos indígenas y a partir de allí descubrir juntos, en diálogo fecundo, el anuncio de Cristo. Consecuentemente, crear las condiciones para una iglesia indígena, reconociendo y promoviendo su vivencia religiosa propia, sin una imposición de prácticas, ritos, liturgia y esquemas ajenos a su cultura. Incentivar a todos los misioneros para que convivan con el pueblo y aprendan sobre todo los dialectos indígenas para conocer, desde adentro, su cultura y cosmovisión. Sabiendo que nunca llegaremos a ser completamente como ellos, pero procurando ser aceptado por el pueblo, haciendo cada vez, un esfuerzo mayor de encarnación. En toda proclamación de la Palabra de Dios, creemos ser muy importante que se adapte a las interpelaciones y situaciones de cada pueblo. Acreditamos también ser oportuno intensificar la presencia de laicos organizados en la pastoral indigenista. 3. Crear un vínculo unión entre los misioneros de América La tina aprovechando la estructura eclesial para una amplia solidaridad entre tos pueblos indígenas y entre los misioneros. De modo particular, no perder la oportunidad de apoyo en casos de situaciones conflictivas, divulgando y celebrando en espíritu pascual las persecuciones y los martirios de indios y misioneros. 4. Continuar la reflexión misionera en conjunto a nivel de América Latina, mediante: a) Estudios especializados por áreas y temática (antropología, teología, etc.); b) Institutos y personas especializados para la capacitación de los misioneros; c) Tentar la creación de un Centro Latinoamericano de asesoría para el intercambio de experiencias, reflexiones y cursos. d) Elaborar una bibliografía, existente ya, en cada país sobre temas misioneros indigenistas, tratando de colocarla al servicio de todos los países; e) Procurar ayudarnos mutuamente por medio de revisiones periódicas para evitar parcializaciones ideológicas que nos impidan ver con profundidad nuestro trabajo apostólico; f) Tomar conciencia que no debe entrar en el campo misionero quien no está preparado en estudios humanísticos y teológicos indigenistas; g) Crear a nivel de cada país un organismo propio que anime una acción pastoral específica para los pueblos indígenas. 5. Formular denuncias en términos de liberación integral, defender los derechos fundamentales de los pueblos indígenas haciéndoles avanzar armoniosamente en su caminata histórica. Apoyar los pueblos indígenas en la lucha por sus tierras. Tierra apta y suficiente para su desarrollo social, económico y cultural sabiendo que para los pueblos indígenas, la tierra es parte de su identidad como pueblo y es elemento esencial de su vida. 6. Creemos ser fundamental en la acción misionera de las iglesias cristianas promover y conservar la unidad de los pueblos indígenas, evitando cualquier acción que pueda causar o fomentar divisiones a razón de problemas religiosos. Tal actitud es un desafío al ecumenismo no alcanzado todavía. Sao Paulo, 15 de febrero de 1980 ENCUENTRO ECUMÉNICO PANAMAZONICO DE PASTORAL INDIGENISTA DOCUMENTO FINAL En Manaus, del 18 al 23 de noviembre de 1980, 29 misioneros de las Iglesias Metodista, de Confesión Luterana, Católica, Pentecostal, Iglesia del Pacto Evangélico,y siete indígenas de las naciones Shipibo, Quechua, Shuar, Guajiro, Karipuna, Sateré – Mawé, Wapixanaj, de los diversos países de la región amazónica (Brasil, Colombia, Perú, Ecuador, Venezuela) nos reunimos en el Encuentro Ecuménico Panamazonico de Pastoral Indigenista, convocado por CELADLO (Comisión Evangélica Latinoamericana de Educación Cristiana) y por CÍMI (Consejo Indigenista Misionero), órgano anexo a la CNBB (Conferencia Nacional de los Obispos del Brasil). Deploramos la ausencia de los hermanos bolivianos que no pudieron venir impedidos por la situación políticamente caótica instaurada en su país, por un régimen de fuerza antipopular y anticonstitucional. Lamentamos igualmente la ausencia de diez indígenas que no pudieron llegar por las complicaciones burocráticas discriminatorias de los diversos países. I. REALIDAD INDÍGENA DE LA AMAZONIA Partiendo de los informes de cada país, constatamos la situación trágica en que se debaten los Pueblos Indígenas del área amazónica. Solamente en los últimos 80 años desaparecieron más de 60 Pueblos Indígenas en el Brasil, y muchos otros, en varios países, se ven amenazados seriamente en su sobrevivencia física y cultural. El colonialismo europeo, responsable por siglos de genocidio, hoy fue substituido por el neocolonialismo. Este, representado por las grandes empresas ^monopolistas, nacionales y transnacionales, en alianza con los gobiernos locales, dispone de una tecnología mucho más eficiente y destructora. La opción por el modelo de concentrar capitales y multiplicar lucros, además de mantener dócil y barata la mano de obra, llevó al establecimiento de regímenes autoritarios y dictatoriales, y de leyes de integración y conquista, so pretexto de la Seguridad Nacional y del Progreso. En esta situación, en que el saqueo de la Amazonia se torna un objetivo estratégico, los. Pueblos Indígenas no sólo son vistos como insignificantes, sino que son simplemente arrasados como un obstáculo para el «progreso». Además, su capacidad de resistencia se ve debilitada sistemáticamente por todo tipo de fronteras extrañas (geopolíticas, económicas, confesionales, eclesiásticas y administrativas) que arbitrariamente los fraccionan. II. SEÑALES DE ESPERANZA A pesar de esta coyuntura altamente negativa, nos alegramos por el surgimiento de organizaciones indígenas, que revelan un despertar de estos mismos Pueblos para una lucha en defensa de sus derechos vitales; sobre todo el derecho a la vida, a la tierra, a la cultura, a la afirmación de la identidad étnica, a la autodeterminación. En este contexto desafiante la Iglesia Misionera, reconociendo y deplorando siglos de connivencia con el proyecto colonizador, o de omisión en la defensa de las naciones indígenas, está tomando conciencia de que su fidelidad al Evangelio exige una opción radical y un compromiso sin ambigüedades con estos Pueblos, que son los más indefensos y explotados. III. NUESTRA EE Y COMPROMISO Confesamos el Amor universal de Dios a todos los Hombres y Pueblos y creemos que el Espíritu de Cristo está presente en todos ellos como Misterio salvífico de Liberación. Confesamos que la Evangelización, que es el anuncio de la Buena Nueva Liberadora, siempre pasa por los que «nada son» a los ojos del Sistema de lucro y por los que son marginados por una Civilización etnocéntrica y auto-idolátrica. (Cfr. 1Cor 1,27). Agradecemos – junto con Jesús – que el Padre se revele, siempre y en todo lugar, a los pequeñitos y a los sencillos y no a los entendidos y poderosos. (Cfr Lúe 10,21). Por eso la Evangelización para nosotros es siempre salir al encuentro despejadamente, para un diálogo y comunión plenos con el Dios de Jesucristo que ya nos espera por siglos en el proceso histórico y en la fe de estos Pueblos. Es también una presencia fraterna en medio de estos Pueblos, que se traduce en un compromiso de encarnación y liberación, —Aun sabiendo que tal compromiso es arriesgado, aceptamos vivirlo hasta sus últimas consecuencias para ser fieles al legado testamentario de Jesús: «Nadie tiene mayor amor que aquél que da su vida por sus amigos» (Jn 15. 13). En esta vivencia pascual, celebramos la memoria de los hermanos misioneros que nos precedieron juntando su sangre a la sangre de millones de indígenas, víctimas de la masacre de la Civilización Occidental. IV. DESAFIO A LAS IGLESIAS Acogemos y asumimos las interpelaciones dramáticas de los indígenas presentes en el Encuentro, dirigidas a nuestras iglesias cristianas, que a lo largo de la Historia contribuyeron, con el proyecto: colonizador de dominación facilitando, 1a disgregación de sus Pueblos a través del desprecio de sus culturas, de la cristianización compulsiva, del divisionismo provocado por las diferentes confesiones y sectas y creando vergüenza de su identidad étnica. Actualmente los indígenas denuncian, con más fuerza, la actuación disgregadora del Instituto Lingüístico de Verano, en varios países, y de la misión «Nuevas Tribus», en Venezuela. Nos solidarizamos con los indígenas y alertamos a nuestras iglesias tra todo tipo de acción misionera que peque en este mismo sentido. Sin embargo, reconocemos la necesidad de una presencia misionera respetuosa junto a los Pueblos Indígenas, especialmente en aquellos amenazados de extinción, sin dejarnos llevar nunca por criterios puramente cuantitativos. V. CRITERIOS Y ACTITUDES Todo esto nos conduce en un clima de fraterna búsqueda ecuménica y de honesta autocrítica a asumir algunos criterios y actitudes renovados para una evangelización auténtica 1. Opción previa y clara, de parte de los misioneros, por los Pueblos Indígenas. 2. Cuidadosa selección de los misioneros desde un punto de vista intelectual, físico y sicológico; y preparación específica de los «mismos en las áreas teológica, antropológica, lingüística, etc. 3. Conocimiento profundo, respeto y valorización de las culturas en todas sus manifestaciones, incluyendo las religiosas. 4. Estudio de las políticas oficiales de los distintos países lo que se refiere a las naciones indígenas, para asumir una actitud crítica frente a ellas, juntamente con los Pueblos afectados. 5. Presencia misionera despojada y pobre, en una actitud de aprendizaje humilde y, al mismo tiempo, científica. 6. Actitud ecuménica y unitaria, para que el testimonio cristiano en medio de los Pueblos Indígenas sea realmente evangélico. 7. Dentro de una línea de Liberación integral, respetando los ritmos de cada Pueblo, el anuncio de Cristo que es la revelación del Padre y su Reino implica: a) Solidarizarse con las luchas concretas de los Pueblos Indígenas, principalmente en la defensa o recuperación de sus territorios, en vistas a lograr títulos colectivos de propiedad, de acuerdo con sus tradiciones históricas. b) Apoyarlos en el esfuerzo de afianzar o rescatar su identidad como Pueblos y Naciones, y su derecho a la autodeterminación. c) Estimular y apoyar las organizaciones intra-grupales, los contactos, las federaciones y/o movimientos, entre los varios Pueblos por encima de cualquier tipo de frontera. 8. trabajar evangélicamente las presencias misioneras demasiado cargadas de poder (terrenos, edificios, maquinaria), que a través de su acción paternalista mantienen a los indígenas dependientes, para tener libertad profética de denunciar las actitudes injustas del poder dominante. 9. Toda esta lucha indígena, específica, se incorpora a la lucha global de los Pobres por su Liberación, en una perspectiva latinoamericana. VI. PROPUESTAS CONCRETAS 1. A pedido de los indígenas presentes y para acelerar su organización autóctona, solicitar a CELADEC y CIMI que apoyen un Congreso Indígena Panamazónico, precedido por Congresos regionales 2. Buscar mecanismos para enfrentar los problemas de las fronteras políticas o de las circunscripciones eclesiásticas que dividen a un mismo pueblo Indígena. Favorecer por este motivo los encuentros y la coordinación de los misioneros que trabajan en las mismas etnias. 3. Suscitar y reforzar estructuras eclesiásticas autóctonas de Pastoral Indígena (indigenización de la pastoral). 4. Organizar encuentros panamazónicos de misioneros de base. 5. Acelerar la formación del Centro Ecuménico de Pastoral Indigenista Latinoamericano (CEPILA). 6. Implementar canales permanentes de interrelación entre iglesias, de iglesias con indígenas y entre comunidades indígenas. 7. Favorecer una educación bilingüe e intercultural, a partir de la realidad de cada Pueblo en vistas a afianzar o devolver a los pueblos indígenas su conciencia étnica. Fomentar emisoras de radio indígenas y publicaciones, como instrumentos de valorización de las lenguas y culturas indígenas. 8. Manifestar nuestra solidaridad con los Pueblos en lucha por la Liberación, particular-mente con El Salvador, Guatemala y Bolivia. VII CONCLUSIÓN Con la ayuda de Dios, el espíritu de oración, humildad y vivencia pascual, nos comprometemos a poner en práctica estas líneas de acción. Hacemos un llamado, desde la Causa Indígena, a todas las Iglesias y pueblos oprimidos de América, para que fortalezcan el proceso de unidad en la esperanza de la Liberación de todos nuestros Pueblos, hacia la cual caminamos a partir de nuestra fe en» Cristo Resucitado. Manaus, Amazônia, Brasil 23 de novembro de 1980 MENSAJE A LOS PUEBLOS INDÍGENAS DE LA AMAZONIA Misioneros de varias confesiones cristianas, procedentes del Perú, Ecuador, Brasil, Colombia y Venezuela, hemos estado reunidos, del 18 al 23 de noviembre de 1980, en la ciudad de Manaus, Amazonia Brasileña. Debíamos estudiar la realidad indígena de la Amazonía y ver cómo mejor podríamos ayudarles a ustedes en su Causa, Nos han acompañado, en este Encuentro, hermanos suyos representantes de los Pueblos Shipibo, Quechua, Shuar, Guajiro, Karipuna, Sateré-Mawé e Wapixana. De ellos hemos oído pronunciamientos muy graves sobre la situación de desintegración, de miseria y hasta de exterminio en que muchos de ustedes se encuentran. Ellos, una vez más nos han recordado la parte de culpa que nuestras Iglesias han tenido antiguamente y tienen todavía hoy en esta situación de ustedes. Queremos pedirles sinceramente perdón. Reconocemos que muchas veces, en nombre del Evangelio de Jesucristo, les hemos traído costumbres y necesidades extranjeras y hemos facilitado el paso de los invasores, antiguos y modernos, que les han robado la tierra con sus riquezas de minerales, plantas y animales y les han destrozado la armonía de su vida comunitaria y libre. Oyendo a sus hermanos, nos sentimos obligados a denunciar particularmente la política dé conquista y de integración, falsamente llamada nacional, que los gobiernos de nuestros respectivos países vienen ejerciendo contra ustedes. Rechazamos como genocida la codicia de las grandes empresas nacionales y transnacionales que devastan los territorios de ustedes con la explotación de las minas, la tala de la floresta y la cría del ganado del latifundio. Condenamos la hipocresía con que estos Gobiernos a veces con el aplauso inconsciente o egoísta de nuestros Pueblos en nombre de la Patria, de la Seguridad Nacional y del Progreso, establecen leyes, construyen carreteras e implantan proyectos, abiertamente contrarios a los derechos y a las necesidades vitales de ustedes. Denunciamos con indignación la utilización que se hace de ustedes a través de propagandas turísticas, como es el caso del film que el cineasta alemán Herzog pretende realizar en medio del pueblo Machiguenga. Como Iglesia de Jesús que confesamos ser, amonestamos enérgicamente al Instituto Lingüístico de Verano, en varios países, y a las «Nuevas Tribus», en Venezuela, que usando también el nombre de Cristo, violan la cultura milenaria de ustedes y su sobrevivencia como Pueblos. Como amonestamos a todas las misiones cristianas que no respetan debidamente la identidad cultural de ustedes y su libre autodeterminación. Apoyando su clamor y sus legítimas reivindicaciones, exigimos, ante la opinión pública mundial, que nuestros Gobiernos y las Empresas nacionales y transnacionales respeten los territorios y la plena libertad de ustedes. Porque hemos sentido más cerca en estos días algunas concretas reivindicaciones exigimos que el Gobierno del Brasil, según es su deber y por el compromiso público que asumió, decrete aún dentro de este año la demarcación del Parque Yanomani; exigimos del Gobierno del Perú que respete integralmente el territorio del Pueblo Campa; exigimos que el Gobierno del Ecuador respete a su vez el ancestral territorio del Pueblo Shuar, amenazado por el Proyecto de Desarrollo Palora-Gualaquiza y que derogue el Decreto 31.34/A que amenaza el futuro de ese Pueblo. Para vencer tantos enemigos, antiguos y nuevos, ustedes saben muy bien cuál es la fuerza de sus Pueblos, tan acostumbrados a la lucha. Mantengan altivos el orgullo de ser lo que son, raíz y símbolo de la verdadera América. No pierdan la memoria y el estímulo de su historia antiquísima. Amen y cultiven su lengua nativa como se ama a la propia madre. Y caminen cada día con mayor decisión y con una visión siempre más amplia del mundo, en ese movimiento de organización, de federaciones y confederaciones que se está derramando como un torrente de nueva vida por todo el Continente Latinoamericano. En esta lucha organizada, junten sus manos, sus voces y la sangre de sus mártires a las manos, a las voces y a la sangre de tantos labradores y obreros, igualmente oprimidos, igualmente combatientes en nuestra América Latina. El mismo enemigo los despoja a ellos y a ustedes. Una sola es la causa de los Pobres de la Tierra. Es necesario destacar hoy con fraterna emoción y con un apoyo incondicional el sacrificio y la lucha de los Pueblos de El Salvador, Guatemala y Bolivia, en los cuales tantos indígenas, campesinos y obreros son masacrados. Finalmente, de nuestra parte, arrepentidos por tantos errores y abusos como nuestra Civilización y nuestras Iglesias han cometido contra ustedes, nos comprometemos delante de ustedes y del mundo, a prestarles una solidaridad total, hasta las últimas consecuencias. Ante el Dios Señor de la Historia que a todos nos da la Vida y la Libertad y que camina con todos los Pueblos de la Tierra, les pedimos que acepten esta nuestra alianza y que nos exijan íntegra fidelidad a nuestra misión. La causa indígena no es una causa perdida, a pesar de lo que pueda pretender el Sistema de Dominación que los masacra, a pesar de la incomprensión de nuestros Pueblos, a pesar del desánimo que a veces pueda invadirles a ustedes mismos. Nosotros creemos que llegará para los Pueblos Indígenas de la Amazonía y de América el Día Nuevo de la Liberación. Con amistad de hermanos, les abrazamos a todos, en esta Esperanza. Encuentro Ecuménico Panamazónico de Pastoral Indigenista 23. nov. 80 CONSULTA ECUMÉNICA DE PASTORAL INDIGENISTA LATINOAMERICANA DOCUMENTO FINAL En la ciudad de Brasilia (Brasil), del 10 al 14 de mayo de 1983, tuvo lugar la CONSULTA ECUMÉNICA DE PASTORAL INDIGENISTA LATINOA-MERICANA. Agentes pastorales de diversas iglesias de Latinoamérica, indígenas de diversos países y asesores en las ciencias antropológicas y teológicas estudiamos intensamente la difícil problemática de los pueblos indígenas en el Continente Latinoamericano. El fruto de nuestra reflexión se contiene en este documento, que en un primer capítulo refleja el panorama de conjunto de las etnias, para pasar luego a una reflexión de los puntos más urgentes de respuesta en la actual coyuntura. Finalmente nos hemos marcado una pista de mayor compromiso y eficacia hacia el futuro sobre la base de acciones concretas. No podemos ocultar que en este amplio horizonte de los pueblos indígenas ha destacado ante nuestra mirada la trágica condición de los que pertenecen al pueblo guatemalteco y padecen la masacre más ignominiosa y genocida que hayan conocido los últimos años. También Nicaragua, que camina en un doloroso proceso de liberación, ha sido objeto de particular atención. Con éstos y los demás países de Centroamérica nos hemos sentido unidos y les expresamos nuestra actitud solidaria y fraterna. Son ellos el signo de una alborada de esperanza para todos los pobres de toda América y del mundo. Ha sido esta una razón para que este encuentro se haya propuesto como misión más profunda la de «organizar la esperanza». 1. SITUACIÓN ACTUAL DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS EN AMERICA LATINA Representantes de catorce países del Continente Latinoamericano presentaron a la Consulta una visión panorámica del actual momento de las comunidades indígenas. Según estos informes los rasgos comunes de la problemática que afecta a las distintas etnias distribuidas por el espacio latinoamericano se resumen en los siguientes puntos. 1.1 Demografía – Se observa en términos generales un ascenso de la curva demográfica. – Simultáneamente va disminuyendo el espacio físico de los pueblos indígenas. – Hay una relación directa entre la presión sobre los territorios indígenas desde el exterior y el fortalecimiento de sus organizaciones. Este fenómeno se agudiza con el crecimiento demográfico. – En la teoría en la práctica se da una falta de criterios que ayuden a definir la identidad étnica de los grupos indígenas o identidad indígena en términos más generales. 1.2 Economía y recursos – En general prevalece una economía do subsistencia. Sin embargo el progresivo ingreso en la sociedad de mercado afecta y deteriora gravemente la estructura interna de los grupos. – Las políticas de penetración capitalista determinan que muchos grupos estén siendo incorporados al sistema dominante como clase proletaria, condenándolos a su extinción. – Los recursos naturales necesarios para la subsistencia de los grupos están siendo aceleradamente depredados. 1.3 Cultura – La permanencia de los valores culturales tradicionales en las distintas étnias de América constituye un hecho esperanzador. – Sin embargo, sufre una fuerte amena/a proveniente de los frentes de penetración de la cultura envolvente: escuelas, medios de comunicación, sistema comercial, misiones, servicio militar, etc. Esto particular y aceleradamente a la generación joven. – Hay un profundo trasfondo donde intervienen valores propios de la cultura autóctona y elementos de influencia cristiana a través de siglos. En este sentido se está originando una fuerte crisis de secularización, fruto de las presiones colonizadoras anotadas antes. 1.4 Política indigenista de los estados – Las legislaciones nacionales se presentan como integracionistas de los indígenas a la cultura dominante. – Sin embargo, se advierte que en la práctica se implementan con mucha frecuencia políticas extincionistas. – En la medida que los gobiernos son más progresistas se manifiestan más sensibles a la causa indígena y adoptan legislaciones más abiertas y comprensivas. – Por el contrario, los regímenes más totalitarios se inclinan hacia posiciones anti-indigenistas. – En esta coyuntura de grave crisis económica mundial y, en particular, en los países dependientes de América, la política de los estados tiende a entregar a grandes consorcios financieros los recursos naturales renovables y no renovables y las riquezas del subsuelo (minería y petróleo). Con ello se contravienen los principios jurídicos de la legislación indigenista y se implantan las causas reales de genocidio y etnocidio. – Los países andinos implementan políticas de «conquista del espacio amazónico», evitando auténticas reformas agrarias y empujando los excedentes de la población campesina hacia la Selva. – Donde se prevén grandes intereses económicos potenciales, se impiden las necesarias titulaciones de los territorios indígenas a favor de las comunidades. De aquí derivan graves fricciones interétnicas entre grupos amazónicos y andinos. 1.5 Movimientos y organizaciones indígenas – El nivel de organización indígena en general se encuentra en fase de consolidación en unos países y, en otros, en etapa de gestación. – Con frecuencia la organización indígena de los distintos países está muy fragmentada en mini organizaciones dependientes de otros grupos exteriores o influencias extrañas (iglesias, investigadores, universidades, sindicatos, partidos, fuerzas del Estado, etc.). – Las dirigencias indígenas sufren fácilmente de desgaste y reciben fuertes presiones a distintos niveles, hallándose expuestas a la burocratización u otros condicionamientos. – Los profesionales salidos de los grupos étnicos no suelen ser los mejores líderes indígenas. – Hay muchas organizaciones que tienen un origen eclesial y luego optan por distanciamientos y, en algunos casos, hostilidad hacia su origen. – Las alianzas de estas organizaciones con sindicatos de masas campesinas y obreras tienden a desdibujar el proyecto indígena. Se nota que existe una considerable prevención en las agrupaciones indígenas frente a estas formas de asociación. – Las organizaciones indígenas supranacionales han fortalecido, ilustrado y clarificado la posición y organización de las agrupaciones indígenas de los diversos países. Los hechos de denuncia internacional han prestado ayuda muy sólida a los pequeños grupos. – Los partidos políticos tradicionales ni incluyen orgánicamente en sus programas ni tampoco comprenden la problemática indígena. Solamente usan a los grupos para sus fines electorales. Esta afirmación tiene la misma visión para partidos de izquierda, aunque muestren, por otra parte, mayor sensibilidad ante el fenómeno indígena. – Un sector del movimiento indígena corre el riesgo de enquistarse en posiciones histérico-arqueológicas o de corte racista. 1.6 Relaciones y actitudes de las iglesias con el mundo indígena – A partir de la década del 70 se experimenta un cambio profundo en la orientación pastoral de muchos misioneros en todo el Continente, que han pasado de una pastoral endoctrinante, sacramental, promocional y paternalista a una pastoral encarnacionista-liberadora. Hoy día muchos misioneros por su propia cuenta buscan nuevos caminos en el desarrollo del compromiso evangélico entre los indígenas. – La Iglesia Católica a nivel nacional a través de la mayoría de los obispos y de las conferencias episcopales no asume en su pleno sentido la problemática indígena. Hay casos tristes en que se niega incluso la existencia de los indígenas. En algunos casos la pastoral indígena se considera como una pastoral marginal. Da la impresión de que esta distancia tiene particulares relieves en la compleja problemática de los países centro-americanos. Sin embargo, las iglesias han desarrollado una serie de actividades indigenistas do distinta índole (centros de investigación, institutos de promoción, etc.), aunque no siempre se vea en ellos una clara orientación y dirección indigenista. – En un sentido más general el proyecto indígena de la Iglesia no difiere en lo substancial del proyecto indígena de las sociedades envolventes y los estados. – El movimiento indígena e indigenista de la Iglesia toma fuerza poco a poco y se está convirtiendo en un elemento activador de la conciencia cristiana y del sentí miento de culpa de las sociedades nacionales frente a la destrucción masiva de pueblos indígenas. – Hay una mayor aproximación entre los científicos sociales y los agentes pastorales con lo que se han supera do las críticas y diferencias de hace una década. – La relación de la Iglesia Católica con las Confesiones Históricas está siendo cada vez mayor a partir del encuentro común con la problemática indígena. Con las sectas la relación no es posible. 1.7 Preocupaciones y perspectivas Una mirada hacia el futuro nos hace sentir las angustias y esperan/as de los pueblos indígenas. 1.7.1 Preocupaciones – La implementación de políticas de penetración capitalista que llevan en el interior una intención integracionista o destructora. – La negociación mercantilista con las tierras y recursos de los indígenas ante los graves problemas que acarrean las políticas económicas. – La falta de suficiente acompañamiento de la Iglesia institucional a- la marcha histórica de los indígenas y a los misioneros que trabajan con ellos. – El manejo político de los líderes indígenas por los partidos o el estado mismo – La absorción progresiva del sistema circundante con la consiguiente destrucción del sistema de valores autóctonos. 1.7.2 Perspectivas – Los indígenas constituyen potencialmente una de las fuerzas más vivas de la historia actual por contener en sí un proyecto alternativo de sociedad. – La pastoral indígena contiene una energía capaz de renovar tanto la vida como la pastoral y la reflexión teológica de las iglesias. – Se consolidan y extienden más las organizaciones indígenas tanto nacionales como internacionales. – Crece la sensibilidad de la opinión pública hacia la problemática indígena y el concepto de nacionalidades. – Se incrementan demográficamente las poblaciones indígenas aun en aquellos grupos y países en que se encuentran al borde de la desaparición física. 2. NUESTRA REFLEXIÓN 2.1 Etnia y clase en el proceso de América Latina 2.1.1 Constataciones – En el proceso de lucha por la liberación en los países de América Latina tanto a nivel teórico como práctico han surgido tensiones entre el enfoque clasista y el enfoque étnico de la sociedad. Este conflicto se ha hecho sentir también al interior de las orientaciones pastorales de la Iglesia. De hecho, el problema de las etnias en general y, más aún, el de las minorías étnicas, no ha contado con un espacio propio en los presupuestos de la Teología de la Liberación. – De tales posiciones ideológicas ha derivado muchas veces una clasificación genérica de campesinos a quienes formaban parte de verdaderos pueblos indígenas con identidad propia. 2.1.2 Puntos de partida – El concepto de etnia y el concepto de ciase, aunque conceptualmente distintos, en la praxis histórica no pueden separarse. – La categoría «etnia» comprende la totalidad existencial, social, política, económica, etc. de la persona humana y del grupo en que ésta se halla inmersa. Este sistema de valores constituye la fuerza aglutinante más sólida, al mismo tiempo que da coherencia y dinamiza a las luchas y proyectos de los pueblos indígenas. – En la práctica transformadora de la sociedad de América Latina ambos elementos deben conjugarse en un programa común de liberación, poniendo el énfasis en uno u otro según las condiciones concretas de cada momento. – El proyecto utópico de una nueva sociedad supone por definición la desaparición de las clases sociales, mientras que las etnias cobran en ese mismo proyecto un sentido de renovación. 2.1.3 Criterios de definición de la identidad étnica Como agentes de pastoral y servidores de los pueblos indígenas, sin interferir en los criterios que puedan establecer los científicos sociales, pensamos que: a) Para que un individuo pertenezca a una determinada etnia se necesita sustancialmente que él mismo se reconozca como parte de la misma, y que la comunidad lo reconozca y acoja como tal. b) Para que un grupo humano se identifique como etnia se requiere la autoidentificación del mismo. Tales criterios, que consideramos como fundamentales y primarios, pueden complementarse con otros que de distintas maneras determinan la identidad: una cosmovisión coherente (universo simbólico, historia mítica, lengua, celebraciones, creencias, etc.), sistema de organización política propio, vinculación vital y económica a un determinado territorio, etc. Los criterios de la antropología física son subsidiarios y solamente cobran sentido dentro de los expuestos anteriormente. Cualquier criterio clasificador en la teoría y en la práctica debe estar radicalmente iluminado por la intencionalidad de salvar a los pueblos indígenas y propiciar para ellos nuevas expectativas de vida. Por eso mismo rechazamos las clasificaciones implantadas por los estados, cuya única intencionalidad es la de integrar y extinguir a los indígenas. 2.1.4 Observaciones – En la alianza entre las organizaciones de clase y los pueblos indígenas debe cuidarse celosamente el equilibrio, evitando la absorción de los grupos étnicos en general más débiles y dispersos. – Por su propia naturaleza y lógica interna los partidos políticos en sí la división desintegradora de las comunidades indígenas. – La lucha por la identidad étnica no puede ser aislada o marginal a la lucha por el cambio global de la sociedad. 2.2 El Proyecto indígena 2.2.1 Estado actual del proyecto indígena – Existe un proyecto de hegemonía indígena que excluye cualquier tipo de participación o alianzas con los no-indígenas. – Algunos proyectos ya planteados e implementados fueron derivados a otros procesos coyunturales y no se canalizaron con vigor porque carecían de base económica. – En otros casos los proyectos autóctonos son planteados en forma implícita o a niveles muy generales. – Algunos proyectos indígenas suponen la toma del poder como meta, en particular en los países donde las etnias-autóctonas constituyen una mayoría. – En general el proyecto indígena constituye una afirmación ética del derecho inalienable que tiene todo grupo o nacionalidad a diseñar y elaborar según sus propios esquemas y utopías la vida en el futuro. Este proyecto no necesariamente ha de estar formulado en categorías propias de la sociedad no-indígena. 2.2.2 Posibles características de un proyecto indígena – Dada la actual situación de crisis extrema, el proyecto indígena arranca necesariamente por el principio de la supervivencia. Solo sobreviviendo habrá sujeto histórico del proyecto. – El proyecto indígena para su eficacia ha de ser integral, contando con sustentación económica, social y de valores. – Como en algunos países, debido a las políticas de re presión contra los indígenas, no es posible el planteamiento de un proyecto indígena, se hace necesaria una plataforma de apoyo internacional. – El proyecto indígena habrá de ser entendido como energía afirmadora de la identidad, de tal manera que sirva e inspire a la unidad de otros grupos. – Por su profundidad y riqueza, el proyecto indígena es alternativo al proyecto de los estados actuales. – El proyecto indígena necesita ser planteado desde las características y perspectivas indígenas y para un pueblo con características indígenas. – Contra el individualismo de la sociedad dominante y sus fuerzas competitivas, en el proyecto indígena la participación en la economía, política y cultura, etc. se hace a partir de comunidades y grupos. – El proyecto indígena es un proyecto de vida ante el vasto programa de muchas de las sociedades envolventes. Por: . Constituir una alternativa esperan/adora a todos los pobres del mundo. . Entrañar en sí la reconstrucción étnica de los grupos nacionales; . Insertarse en un marco revolucionario más amplio hacia la búsqueda de un nuevo modelo de sociedad. 2.2.3 Condiciones – La sociedad capitalista, motivada por el mito del progreso, implanta sistemas extractivos en espacios que periódicamente abandona. Es condición para el proyecto indígena ocupar esos espacios para fortalecer su dinamismo en otros. – Debe iniciar su marcha dentro de las estructuras actuales con el objeto de transformarlas. – Está condicionado a su capacidad de alianzas No tiene futuro un proyecto cerrado en el pequeño marco de un grupo indígena. – El único sujeto creador y realizador del proyecto ha de ser el indígena. La Iglesia, la pastoral, los intelectuales y científicos sólo juegan un rol de apoyo y acompañamiento. 2.3 Iglesia y pueblos indígenas El contacto con el mundo indígena ha desencadenado al interior de la Iglesia una reflexión teológica en proceso de maduración, en la que están tomando parte activa los teólogos de América Latina. Como agentes de pastoral, proponemos algunos criterios que recogen la experiencia eclesial de la última década en la actividad pastoral indigenista. 2.3.1 Criterios – Dios en su Palabra, por la acción creadora y por la presencia salvífica, está vivo y presente en el corazón de todos los hombres y de la máxima expresión creadora de ellos que es su cultura. Antes de cualquier intención o acción eclesial, Cristo salva y llama a la vida a su pueblo y le lleva por misteriosos designios a la plenitud a través del propio esfuerzo. – Evangelizar no es llevar o imponer y, menos, transculturar. Significa más bien diálogo, encuentro transfigurador, descubrimiento revelador del Dios siempre activo y presente. Este encuentro supone una permanente conversión de los interlocutores, y, sobre todo, una purificación de la Iglesia y del evangelizador, que debe ir abandonando los ídolos y las falsas imágenes de Dios, del mundo y de los demás. La evangelización-encuentro no da derecho a intervenir en el proceso de las comunidades, ni a destruir su sagrada visión del mundo, sino a escucharlas, respetarlas, acompañarlas con la misma actitud salvadora de Jesús, que se hizo solidario en plenitud con la condición humana. – Ante la noticia de muerte que cada día acosa a los pueblos indígenas de América, el Evangelio es el anuncio de una buena noticia: la de la Resurrección y la vida, la de ¡a libertad creadora, la de la paz y la esperanza. Cuando la evangelizaron destruye, suplanta o domina, es señal de que no pertenece al misterio de Jesucristo, y se convierte en señal de pecado. – La condición de las comunidades indígenas, desconocidas y relegadas a lo más marginado de la sociedad y de la iglesia misma, hace de ellas una fuerza renovadora de la reflexión teológica, de las estructuras y de la esperanza. – Al mismo tiempo ese encuentro de fe con los pueblos indígenas será también lugar de encuentro ecuménico de las iglesias entre sí. Cristo viviente en los indígenas será la fuerza que nos una por encima de cualquier divergencia doctrinal. La causa de Cristo es la causa de todos. Y la causa de Cristo es la causa de los oprimidos. 3. NUESTRO COMPROMISO A la vista de las condiciones de emergencia en que se encuentran actualmente los pueblos indígenas de América Latina, hemos querido afirmar nuestro compromiso por medio de una serie de tareas concretas que asumimos conscientemente. 3.1 Con relación a los indígenas 3.1.1 Principios – Defensa y recuperación de la tierra – Defensa y recuperación de la cultura – Autodeterminación de los pueblos indígenas – Organizaciones indígenas 3.1.2 Tareas concretas – Apoyar e incentivar donde fuese necesario asambleas indígenas a nivel regional, nacional e internacional, teniendo en cuenta las organizaciones indígenas ya existentes. – Realizar cursos de capacitación de líderes indígenas a más alto nivel de forma internacional. – Patrocinar asesorías jurídicas en cada país para la defensa de los derechos de los autóctonos. 3.2 Con relación a las iglesias 3.2.1 Intención – Ayudar a rescatar la memoria histórica y mítica en el contacto con los pueblos indígenas a fin de garantizar su futuro. 3.2.2 Tareas concretas – Promover encuentros y cursos ecuménicos de pasto ral indigenista a nivel regional y nacional con el oh jeto de organizar una pastoral indigenista específica de cada país, – Realizar un primer curso de piloto a nivel continental para agentes de pastoral. – Incentivar una teología de la tierra al interior de una teología de la liberación inculturada. – Buscar todas las formas posibles para que las tierras que posee la Iglesia en territorios indígenas sean devueltas a sus dueños originales. – Realizar la próxima Consulta Ecuménica de Pastoral Indigenista en 1985. – La agresiva penetración de las sectas fundamentalistas de origen norteamericano pone en grave peligro la unidad y coherencia de las comunidades indígenas. Este problema de muy graves proporciones debe ser estudiado y denunciado con realismo y energía. Lo mismo se aplica a otras sectas de carácter carismático y radical. 3.3 Con relación a la sociedad envolvente 3.3.1 Principios – A largo plazo la supervivencia de los pueblos indígenas será posible solamente en otro tipo de sociedad. Por eso la pastoral indigenista está orientada a la transformación global de las estructuras de la sociedad capitalista. – A corto plazo la pastoral indigenista procura crear espacios para la causa indígena en la sociedad envolvente, solidaria con otros esfuerzos de liberación. 3.3.2 Tareas concretas – Hacer presente la temática indígena en los partidos políticos, organizaciones campesinas, sindicatos obreros, universidades, organizaciones de derechos humanos y reuniones de pastoral, con vistas a promover alianzas estratégicas y apoyos coyunturales. – Promover a nivel de cada país la Semana del Indígena como concientización de la sociedad envolvente y de las distintas iglesias. 3.4 Publicaciones – Hacer conocer, por medio de publicaciones y divulgación conveniente, los resultados de congresos y asambleas indígenas a nivel continental. – Recoger la palabra Indígena, con el fin de publicar una antología de textos de la tradición literaria de los indígenas de todo el Continente Latinoamericano. – En caso de conflictos habrá varios centros de divulgación que se encargarán de hacer las denuncias oportunas a la opinión pública. Brasilia, 14 de mayo de 1983 II CONSULTA ECUMÉNICA DE PASTORAL INDIGENISTA Quito – Ecuador Quito, 6 de julio de 1986 Los integrantes de la II Consulta Ecuménica de Pastoral Indigenista, representando a varios países y nacionalidades indígenas del continente, hemos conocido por diversos medios los gravísimos hechos que han ocurrido y continúan ocurriendo en Guatemala contra la población indígena. Entre éstos hemos sabido lo siguiente: – Diferentes masacres de la población indígena como por ejemplo en San Francisco, en La Libertad (Peten), en el triángulo ixil, en Patzún (Chimal-tenango), en Chisec (Alta Verapaz), etc. – Sabemos, porque es público, de la existencia de cerca de doscientos mil indígenas que han tenido que huir a México y de los miles y miles de desplazados internos. – Conocemos la existencia de la concentración de indígenas de diversas etnias en los llamados polos de desarrollo con la consecuente confusión entre los indígenas. – Hemos sabido de la existencia de las patrullas de auto-defensa civil que no son más que una militarización sofisticada de los indígenas. – Sabemos de la leva forzada que constantemente se realiza con los indígenas, con lo cual se está propiciando una guerra fratricida. – Tenemos informaciones sobre los constantes secuestros y desapariciones de hermanos indígenas. – Sabemos de la destrucción sistemática de bosques y sembradíos de los indígenas para obligar a la población al desplazamiento. – Conocemos de las incursiones al territorio mexicano de diferentes cuerpos de policía y judiciales con la consiguiente desaparición o eliminación de indígenas guatemaltecos refugiados. – También sabemos de las incursiones del ejército guatemalteco en territorio mexicano para deportar guatemaltecos contra su voluntad. En vista de tan graves atropellos contra los derechos humanos de estes pueblos indígenas (quiche, ixil, cakchikel, chuj, canjobal, mam, kekchi y otros), de tan graves violaciones a la Carta de las Naciones Unidas y a todos los acuerdos internacionales, solicitamos la intervención de ustedes como personas interesadas en la prevalencia de la justicia internacional y de los derechos humanos para que: 1) Se investigue, juzgue y condene a los culpables (militares y civiles) de genocidio de los años pasados como del tiempo presente. 2) A los refugiados guatemaltecos en México no se les reubique contra sl voluntad debido a las consecuencias de desintegración que se provoca 3) Se impida la penetración de militares y civiles guatemaltecos que asesinan selectivamente a indígenas refugiados. 4) Mientras no se garantice una verdadera seguridad para la vida de los refugiados guatemaltecos en su país, que se permita el trabajo de los guatemaltecos con sus propios hermanos refugiados en México. 5) Que los polos de desarrollo y sus proyectos creados con indígenas desplazados dentro de Guatemala sean eliminados porque constituyen verdaderos campos de concentración y centros de desculturización. 6) Los grupos indígenas de cada etnia o nacionalidad regresen a sus respectivas comunidades y tierras en las cuales puedan desarrollarse armónicamente y en paz. 7) Las patrullas de auto-defensa civil (PAC) sean disueltas. 8) Cese el reclutamiento de los indígenas a nivel nacional. 9) Se ponga fin a la destrucción sistemática de bosques y sembradíos indígenas. 10) Se garantice y propicie la labor humanitaria de la Iglesia a favor de los desplazados internos. En nombre de los asistentes a esta Consulta, en nombre de los pueblos indígenas del continente y en nombre de la humanidad, les reiteramos nuestra petición para que sus trabajos sean efectivos en favor del sufrido y masacrado pueblo indígena guatemalteco. De antemano les agradecemos todos los esfuerzos que hagan. Mons. José A. Llanguno, VICARIATO APOSTÓLICO DE TARAHUMARA-MEXICO; Mons. Leónidas Proaño V., PRESIDENTE DEL DEPARTAMENTO DE PASTORAL INDÍGENA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL; Zacarías Mamani H., DIRECTOR INSTITUTO TEOLÓGICO IGLESIA METODISTA SOLIVIA. Siguen más firmas.